Ayudenme!, ¿acaso mi hijo necesita gafas?
Por qué es tan importante que los bebés y los niños realicen pruebas de agudeza visual con regularidad.
Al igual que los adultos, los niños perciben alrededor del 80 % de sus impresiones de forma visual. Por lo tanto, una visión buena y nítida es especialmente importante para el desarrollo del niño. ¿Qué deberían saber los padres antes de visitar a un oftalmólogo u óptico optometrista por primera vez? MEJOR VISIÓN le ofrece algunos consejos para encontrar la mejor solución para los usuarios de lentes más pequeños.
La primera prueba de agudeza visual
Por extraño que parezca, nunca es demasiado pronto para examinar los ojos de los niños. No siempre resulta fácil detectar si un niño tiene problemas de visión. Los padres generalmente se dan cuenta de si su hijo está teniendo problemas al andar antes de detectar algún problema de visión. Los bebés y los niños pequeños no son capaces de detectar o comunicar su deficiencia. Hasta los niños mayores tienen dificultad en diferenciar lo nítido y lo borroso. Normalmente, los padres solo se dan cuenta si la agudeza del niño se ve reducida en un 60 % o más. Sin embargo, cuanto antes se corrija la deficiencia en niños y niños pequeños, mejor y más eficaz será la corrección. Recuerde que la visión binocular solo se puede desarrollar por completo cuando la imagen en las retinas de los dos ojos tiene la misma nitidez. Al igual que aprender a caminar y hablar, los bebés y los niños pequeños aprenden a ver a través de la práctica constante. Solo que con la visión esto ocurre mucho antes, ya que nuestros pequeños comienzan su experiencia visual la primera vez que abren los ojos después de nacer.
Por eso los niños deberían tener su primera prueba de agudeza visual en sus primeros diez días de vida. Corregir los problemas de visión de forma temprana, cuando el ojo todavía no está formado por completo, es más eficaz que hacerlo más tarde. Y todavía hay más: determinadas deficiencias que no pueden corregirse después pueden minimizarse, o incluso evitarse totalmente, si se detectan y se tratan temprano.
En particular, los bebés prematuros suelen tener deficiencias visuales debido al tiempo reducido que pasan desarrollándose en la matriz materna. Por lo tanto, la agudeza visual debería comprobarse cuando el bebé todavía esté en la incubadora. Para los bebés y los niños pequeños, el examen se realizará utilizando un procedimiento objetivo llamado medición esquiascópica de agudeza visual. El médico coloca una gota de derivado de atropina en el ojo del niño. Esto dilata la pupila e imposibilita la acomodación (la acomodación es la habilidad del ojo para ajustarse con el fin de que los objetos que están a diferentes distancias aparezcan nítidos en la retina). Esto permite al doctor localizar con exactitud cualquier posible deficiencia visual. Se pueden prescribir gafas o incluso lentes de contacto y adaptarse para los bebés prematuros y los niños pequeños. Ahora existen monturas especiales y lentes hasta para los rostros más pequeños, algunas incluso puede adaptarlas a medida el optómetra.
Incluso después de esto, los padres deberían examinar regularmente la visión del niño, idealmente, una vez al año. Se recomienda observar a la vez los ojos de los niños y su comportamiento visual. Se debería consultar al oftalmólogo si se detectan cambios, como estrabismo, frotamiento constante de los ojos, falta de contacto visual, cataratas, parpadeo, y entre niños en edad escolar, necesidad de sostener el papel muy cerca cuando leen o escriben y copian incorrectamente de la pizarra.
La elección del oftalmólogo y del optómetra
Al igual que la elección del pediatra, los oftalmólogos y los optómetras deberían escogerse con cuidado, teniendo en cuenta cómo tratan a los niños pequeños y mayores.
Tenga siempre en cuenta el trato amistoso con los niños del médico u optómetra y la experiencia que tienen con los niños. No existe nada peor que ver a su hijo incómodo o con miedo a causa del terapeuta. Las gafas nunca se deben "vender" a los niños como algo negativo o como una carga. Por el contrario, haga hincapié en que las gafas son un accesorio estupendo. Las gafas pueden ser mágicas: de repente, podrá ver cosas realmente pequeñas.
Además de tener un trato amistoso y fluido con los niños, la experiencia del especialista es obviamente un factor decisivo. Asegúrese de que primero realicen una evaluación inicial amistosa pero completa (historial médico). Como sucede con los adultos, el optómetra deberá hablar en concreto con usted y con su niño sobre aquellas situaciones en que se presentan los problemas de visión, las situaciones en las que el niño necesitaría gafas, si el niño es muy activo, practica muchos deportes, lee mucho (incluso en la cama por la tarde cuando se pone el sol)... Cuanto más explícitos sean usted y su hijo sobre estos temas, mejor será la selección y el ajuste de la ayuda visual.
El optómetra, en particular, deberá estar preparado para tener tiempo y paciencia a la hora de consultarles. Escuche las preferencias de su hijo a la hora de escoger las monturas. Evite el tener que obligarlo, lo mejor es que el niño acepte las gafas y se las ponga él mismo.
Solicite información detallada sobre tratamientos para los lentes correctivos, como un recubrimiento para aumentar la dureza o un tratamiento antirreflejo. Estos recubrimientos adicionales no encarecen tanto el precio y pueden aumentar la duración de las gafas y su resistencia, y la visión de su hijo será más agradable. Busque lentes correctivos fuertes y monturas con patillas y puentes que sean seguros para los niños.
Algunos optómetras tienen ofertas de suscripción para gafas infantiles de las que se puede beneficiar: "Las gafas que crecen contigo". Estas ofertas le permiten continuar obteniendo gafas nuevas cuando a su hijo le quedan pequeñas las antiguas, por un precio fijo. Benefíciese de las ofertas posventa y de las inspecciones para las gafas de los niños. Una limpieza de lentes profesional o una inspección para ver si las gafas se asientan correctamente, además de cualquier otra corrección necesaria, es muy útil, especialmente para niños activos, y aumenta además la vida útil de las gafas.
Pequeños juegos de visión para los niños.
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Puede jugar a este juego con muchos niños, pero como mínimo necesitará tres. Pida a los niños que se miren uno al otro con precisión y observe. Tras cinco minutos, escoja a un niño y pídales que abandonen la sala. Cubra al otro niño con una manta o sábana para que solo quede al descubierto su cabeza. Invite al niño que ha salido a volver y pídales que describan lo más detalladamente posible la ropa que está cubierta. El niño recibe un punto por cada descripción correcta. Puede cambiarle la ropa al niño o ponerle otros accesorios para las próximas rondas del juego.
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Para este juego, necesitará un telescopio casero, es mejor si lo fabrica con dos rollos de papel higiénico. El puente de la nariz en el medio puede hacerse con una pieza de cartulina o una caja de cerillas vacía, por ejemplo.
Necesita por lo menos a dos personas para este juego. Coloque varios objetos, como juguetes, zapatos o algo similar juntos en una pila en medio de la sala. Pida a uno de los niños que sostenga el "telescopio" delante de sus ojos y mire el montón de objetos. El niño tiene que describir uno de los objetos. El primer niño en adivinar qué es el objeto gana la partida y pasa al turno del telescopio.
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Necesitará 10 cordeles largos (por ejemplo, diferentes tipos de hilos de lana o cinta de regalo). Asegúrese de que dos cordeles son del mismo color. Primero, los niños tienen que ayudarle a mezclar bien los cordeles. Después, uno de los niños tiene que coger los dos cordeles que tienen el mismo color de la pila de espaguetis.